Es importante resaltar lo que el uso de combustibles fósiles ha producido sobre el medio ambiente terrestre, aumentando la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, el cual había permanecido estable durante siglos, pero desde 1750 se ha incrementado en un 30% aproximadamente, provocando un aumento de la temperatura de la Tierra a través del proceso conocido como efecto invernadero; de ahí que el calentamiento global de la atmósfera, aceleraría la fusión de los casquetes polares, haría subir el nivel de los mares, cambiaría el clima regional y alteraría la vegetación natural, afectando las cosechas, produciendo graves consecuencias en la civilización humana.
Además de este grave efecto, existe la acidificación debido a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y por los escapes de los vehículos a motor. Estos productos interactúan con la luz del sol, la humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados por la circulación atmosférica y caen a la tierra arrastrados por la lluvia y la nieve en la llamada lluvia ácida; ésta corroe los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación, acidifica lagos, corrientes de agua, suelos y retarda el crecimiento de los bosques.
Además de este grave efecto, existe la acidificación debido a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y por los escapes de los vehículos a motor. Estos productos interactúan con la luz del sol, la humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados por la circulación atmosférica y caen a la tierra arrastrados por la lluvia y la nieve en la llamada lluvia ácida; ésta corroe los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación, acidifica lagos, corrientes de agua, suelos y retarda el crecimiento de los bosques.
Hacia 1970 y 1980, los científicos descubrieron que la actividad humana estaba teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono, una región de la atmósfera que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioleta, y que está siendo afectada por el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFC: compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración, aires acondicionados, disolventes de limpieza, materiales de empaque y aerosoles. El adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre a un exceso de radiación ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y cataratas, interfiere en el proceso de fotosíntesis de las plantas, reduce la respuesta del sistema inmunológico, etc.
Otra de las causas funestas que está provocando grandes perjuicios a la naturaleza, es el uso excesivo de pesticidas sintéticos derivados de los hidrocarburos clorados en el control de plagas; una vez volatilizados, los pesticidas se distribuyen por todo el mundo, contaminando áreas silvestres a gran distancia de las regiones agrícolas, penetran en la cadena alimentaria, ingeridos por los herbívoros o penetran directamente a través de la piel de organismos acuáticos como los peces y diversos invertebrados. El pesticida se concentra aún más al pasar de los herbívoros a los carnívoros, afectando el metabolismo del calcio de las aves, produciendo un adelgazamiento de las cáscaras de los huevos y fracaso reproductivo; de ahí que algunas especies de aves se encuentren al borde de la extinción, razón ésta que ha hecho concientizar un poco a determinados países por el no uso de estos químicos que están atentando contra la fauna silvestre y la vida humana.
Se tienen perspectivas de futuro en lo que al medio ambiente se refiere, una de las formas de terminar esta catástrofe ambiental se logra con un cambio de actitud por parte de la especie humana ya que al atacar el entorno ambiental pone en peligro su propia supervivencia y la de los demás seres vivos.
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